domingo, 17 de mayo de 2009

El mar y yo


Después de la conversación con Clara entendí que mi presente me obligaba a estar sola, como si en esa soledad se escondieran las miles de respuestas que necesitaba encontrar.

Decidí entonces armarme de coraje.
Recurrí a los mismos métodos que me habían ayudado a conservar el temple en medio de mis averiguaciones sobre la doble vida de Manuel, y que me habían permitido compartir la misma cama aún sabiendo que me engañaba.Ese coraje que vivía en mi interior y que me hacía fuerte en los momentos de necesidad.

Apagué el celular y lo escondí en el fondo de la valija.
Llamé a la recepción del hotel y avisé que prolongaría mi estadía por tiempo indeterminado, y que durante ese tiempo no quería ser interrumpida por ninguna llamada.Eso sí, le indiqué que tomara nota de quién llamaba, sólo por si algún día llegaba a arrepentirme de mi decisión.

Me di un baño, con la radio encendida en una emisora de jazz.Encendí un cigarrillo, y tomé del frigobar una botella de vino blanco bien helado.Contemplé durante horas el mar desde el balcón, bebiendo y fumando,descalza, y apenas cubierta con la bata de toalla y el pelo mojado,aún sin peinar.

Poca gente caminaba por la playa, como suele ocurrir los días nublados.
Vi parejas perdiéndose en el horizonte, y gente sola, como yo.
La soledad tal vez no era tan mala si uno podía obtener de ella un beneficio, pero me costaba saber cuál era la ventaja de estar en ese cuarto de hotel, rellenando el silencio con una radio, bebiendo para no estar tan cuerda y mirando el mar sin nada mejor que hacer.


Octavio.

Octavio llenó de pronto mi espacio.Su cara, su voz, su todo.

Sabía que su amor era sincero.Lo sabía.
Y si lo sabía ¿por qué temía?
No tenía que preocuparme por él, ya se le pasaría.Sus promesas no habían sido pasajeras.No.

Me amaba tanto o más que yo a él, y cuando yo volviera a Buenos Aires, él estaría lo suficientemente calmado como para intentarlo otra vez.

Me peiné.Elegí un par de jeans y una remera blanca para vestirme, y salí.

Hacía mucho tiempo que no tenía un cita conmigo,y ésta era la oportunidad ideal de despedirme de la soledad.

8 comentarios:

luly dijo...

Priiiiiii, yo estoy haciendo eso desde hace dos años, encontrarme conmigo misma :)

Miranda dijo...

Luly: Me alegro, a mi me hizo bien.Aunque no fue tanto tiempo.
Besos

Selma dijo...

Es bueno estar solo a veces. Chau que te sea leve...

CUCHARITA dijo...

justo ahora estoy tratando de encotnrarla la manera de convencerme a mi misma de que necesito un tiempo a solas, es dificil. un besoooo!!!

Lu dijo...

Ayyyyyyyyyyyyyyyy.... Ese paseo traerá sorpresas!!!! Estoy segura.

Besotes nena!!!

Anónimo dijo...

Las mujeres tienen que aprender a estar solas...a saber disfrutarse y entender que no hace falta siempre alguien al lado para estar completas, que el estar completas o no es algo independiente y que justamente la única forma de estar bien con otro ser es previamente haberlo logrado solas...

Recién ahora leo a una Miranda un poco más centrada...viendo las cosas con más claridad. Te felicito...

Beso

La amante dijo...

Siempre pensé que me conocía a mi misma, que sabía como iba a reaccionar ante tal o cual cuestión hasta que en un momento me quedé sola y me di cuenta que la mayoría de las cosas que hacía o pensaba estaban impuestas por los demás.
Está bueno conocerse.
Saludos!

Liana dijo...

Concuerdo con carito!
Se nota que realmente te habia hecho bien ese "corte por lo sano".
Hasta ahora todas esas vueltas sin dejar a Manuel parecio un autoconvencimiento de que mejor mal acompañada que sola.