
- Hacé lo que quieras , ya no me importa esconderme.
Esa fue la respuesta que le di a Andrés, antes de salir a la calle y encender un cigarrillo y antes de que se acercara Octavio.
Le dije que sólo me había incomodado la idea de que Manuel se enterara de esa forma, si es que Andrés optaba por contarle a Laura. Le aclaré que ya había decidido rehacer mi vida con él y que apenas pudiera hablar con Manuel lo haría.
Me molestaba pensar en que Manuel se quedara con esa imagen de mí. Quería que pensara que los motivos de mi decisión eran un matrimonio acabado, y un quiebre que se había producido el mismo día en que me enteré de la existencia de Laura.
No estaba dispuesta a que me viera tan infiel como él, porque mis motivos no eran los mismos que lo habían llevado a él a los brazos de una amante, aunque jamás lo entendería de esa forma.
Caminamos toda la tarde por el Soho y el Greenwich Village y paramos sólo para comprar algo o tomar café en uno de mis lugares preferidos, al que solía ir con Manuel.
Íbamos camino al hotel cuando sonó mi celular.
- ¡Hola! ¿Tenías apagado el teléfono?- escuché preguntar a Manuel del otro lado de la línea
- Se estaba cargando- respondí- ¿Cómo va todo por ahí?
- Bien, con mucho trabajo, no creo poder volver tan pronto como te dije.
-No te preocupes, pero avisame cuando pensás viajar- dije
Se hizo un breve, pero incómodo silencio.Octavio me miraba, a unos metros de distancia, como para que me sintiera libre al hablar.
- Te llamé varias veces al hotel, pero me dijeron que no estabas, que te habías ido - agregó
Pensé rápido una respuesta y dije:
- Sí, me vine a Nueva York porque acá vive la prima de Clara, la que se casó, ¿te acordás?
- Ah, sí, sí, la hippie - se río
- Bueno, ya no era tan hippie cuando se casó- agregué tratando de cambiar el rumbo de la conversación
- Por qué no me das el teléfono de la casa de ella , así te llamo ahí - dijo
- No estoy parando con ellos, estoy en un hotel - dije
- Dame el del hotel, entonces
- No recuerdo el nombre, porque no había habitación disponible en el que vamos siempre, así que caminé unas cuadras hasta encontrar otro que me gustaba.Llamame al celular - dije
Nuevamente el silencio.Podía imaginar la expresión de su rostro, y su dedo jugando con la lapicera que le regalé,sobre el escritorio de su despacho, conteniendo la respiración y los nervios que seguro sentía.
- ¿Hasta cuándo te quedás ahí?
- Pasado mañana ya vuelvo a Miami-dije
-Te llamo al celular entonces, y después ya lo hago al Colony -agregó
-Dale, un beso.
- Otro, Mir, cuidate -dijo antes de cortar.
Octavio se acercó, con una de sus caras neutras -como yo le decía- que al ir conociendo supe que usaba en los momentos en que quería alejarse del mundo y regresar más tarde.
Sabía que lo que lo perturbaba era que le siguiera mintiendo a Manuel en lugar de decirle la verdad. Él quería salir del anonimato, y ser protagonista, pero para eso faltaba que yo enfrentara a Manuel frente a frente, y no por teléfono y a miles de kilómetros de distancia.
Los días que pasamos juntos fueron una especie de proyección al futuro, dónde ambos podíamos imaginar cómo sería el tiempo que tendríamos por delante,sin interferencias y en plena libertad.Nuestro lugar, nuestra vida , nuestro amor.
Manuel, quedaría en el lugar de los recuerdos, lacrado y con varias cadenas para que no pudiera escapar.
Regresamos a Miami, a la habitación que ahí nos esperaba.
El sol y el mar que se veían desde la ventana, nos incitaron a hacer el amor una vez más, antes de ir a la playa.
Todo era perfecto.
El clima,la compañía, el estar lejos de todo.
Me sentía como se habrá sentido Alicia al descubrir ese país que sólo existe en los cuentos, dónde todo parece estar sostenido en el aire, hasta los propios pies.
Las mariposas daban una fiesta en mi estómago, enloquecidas por sentirse nuevamente enamoradas.
Era cientas, de alas multicolores y vuelo agitado.
Pero la vida de las mariposas es breve...su aleteo se detiene en medio de la noche, poniéndole fin a su corto paso por estos paisajes.
Mi felicida se extinguió de pronto, sin imaginarlo.
Duró tan poco como el vuelo de una mariposa.