tag:blogger.com,1999:blog-91572522301013852012024-03-13T01:00:45.903-03:00La doble vida de MirandaTodos escondemos un secretoMirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.comBlogger190125tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-6261685543627335622010-12-09T00:13:00.002-03:002010-12-09T00:20:58.261-03:00Al margen<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyINVfIfDfIZpMsbP0WGTZMHJNZTsE-U8mUiTkgDEdPQb8BZln5ZcwBhaAqnZYMw7C_ixrCaVofZvOei8aX1lja2OyPSFOGUBPYFmK904iFntEeoJKLZSG7XlO2VcMbHMAz_oNVGXN6E04/s1600/BANNERVRCONCURSO.PNG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 106px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyINVfIfDfIZpMsbP0WGTZMHJNZTsE-U8mUiTkgDEdPQb8BZln5ZcwBhaAqnZYMw7C_ixrCaVofZvOei8aX1lja2OyPSFOGUBPYFmK904iFntEeoJKLZSG7XlO2VcMbHMAz_oNVGXN6E04/s320/BANNERVRCONCURSO.PNG" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5548515762039366002" /></a><br /><div><br /></div><div>Sobre el final de mi blog, a la gente de Victoria Rolanda se les ocurrió nominarme como el mejor blog femenino del año.</div><div>Hay grandes mujeres que escriben que están entre los 17 blogs preseleccionados, por lo que me da hasta vergüenza que mi historia esté entre esos nombres.</div><div><br /></div><div>Pero bueno, quizás sea un broche distinto para todo lo que me tocó atravesar este último tiempo...</div><div><br /></div><div>Como sigo creyendo en que a veces las cosas buenas nos pueden pasar, o al menos rozarnos un poco, les dejo el link por si quieren darme un voto, al menos para no quedar en el último puesto.</div><div><br /></div><div><a href="http://www.victoriarolanda.com.ar/2010/12/comienza-la-seleccion.html">http://www.victoriarolanda.com.ar/2010/12/comienza-la-seleccion.html</a></div>Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com23tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-43151470564213222212010-12-06T00:22:00.002-03:002010-12-06T00:59:40.728-03:00La víspera del final<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg54d7MZbBi1fHlFBvSPoBhwWdq13-bIauENJFwCRIBP6DGbrhtPlhMNtqt7Lq8hv1x3_i2QGUBI75mXTNFytDO27fIdTBkFOlGbNeTG6xF4vrdbZ2MNIODYJCud7wrhbNF-Yb-FrRzew6t/s1600/vispera.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px; height: 221px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg54d7MZbBi1fHlFBvSPoBhwWdq13-bIauENJFwCRIBP6DGbrhtPlhMNtqt7Lq8hv1x3_i2QGUBI75mXTNFytDO27fIdTBkFOlGbNeTG6xF4vrdbZ2MNIODYJCud7wrhbNF-Yb-FrRzew6t/s320/vispera.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5547406819506683234" border="0" /></a><br /><br />Pasé esa madruga y la siguiente desvelada.<br />Creía que la noche podía traerme respuestas que la vigilia diurna no me daba.<br />Durante el día, debía convivir con la preocupación de Javier, que agigantaba la mía sin que se lo hiciera saber.Ese tipo está loco, decía, me da miedo no saber cuál puede ser su próxima jugada.<br />Yo asentía con la cabeza, con la mirada fija en una pelusa sobre la alfombra, o en los zapatos de Javier prolijamente acomodados junto al placard.<br />Mientras él hablaba yo tejía planes que deshacía al instante. Ninguno era lo suficientemente contundente como para detener a un Manuel enfermo. Nada era lo bastante liberador.<br /><br />Así, durante la noche, en el silencio que me regalaba el sueño de Javier y la quietud de una ciudad adormecida, me acariciaba la panza y diseñaba un escape definitivo de la vida de Manuel.<br />Había una sola alternativa posible: someterlo a un análisis de adn que derribara sus ilusiones como un viento que arranca el árbol de raíz.<br /><br />Dos mañanas más tarde lo llamé.<br />Atendió con voz esperanzada, y me saludó con una hilera de elogios y palabras empalagosas.<br />Fui al punto, sin detenerme ni para respirar entre palabra y palabra.<br /><br />- Manuel, quiero que te hagas un adn. Creo que es la única manera de que te convenzas de que este hijo que espero no es tuyo y puedas rehacer tu vida.<br /><br /><br />Hubo un enorme silencio del otro lado de la línea. Tuve que mirar dos veces el visor de mi teléfono para comprobar que la comunicación seguía activa.<br /><br />- Manuel...¿estás ahí?<br /><br />Lo oí llorar y después maldecir en un balbuseo, como si se hablara a sí mismo.<br /><br />- Está bien -dijo - ¿Cuándo?<br /><br /><br /><br />Esa misma tarde nos encontramos en la clínica.<br />Estaba aún más demacrado que la última vez que lo había visto. Las bolsas debajo de sus ojos denotaban más noches de insomnio que las mías; su paso ralentado simbolizaba el desgano que le provocaba la vida misma.<br /><br />Yo no lo supe en ese entonces.<br />No pude descifrar las señales que todo su cuerpo enviaba como avioncitos de papel hacia todos los costados.<br />De haberme dado cuenta, me hubiera detenido a leer el mensaje desalentador que traían escrito.<br /><br />Estaba frente a mi ex marido, acompañándolo en la víspera de su propio final y hasta impulsándolo, sin saberlo, a que no revirtiera su fatal destino.Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com29tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-80075405436672613032010-09-21T08:36:00.003-03:002010-09-21T09:10:46.402-03:00Juntos<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwYQY1J_uiDpQSPPvklJsYeF_lJ0TaWkmtkUK_kh-oecIWAGhpocaoTCvaCnTHKiczuwVG94fl-VPkTSp0KrXfnyAQ1KHAuDZOpRRY_L7PqQqddTkov8KTzvnpPzqHUfWW_N7KPaG3SqNJ/s1600/juntos.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 194px; height: 216px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwYQY1J_uiDpQSPPvklJsYeF_lJ0TaWkmtkUK_kh-oecIWAGhpocaoTCvaCnTHKiczuwVG94fl-VPkTSp0KrXfnyAQ1KHAuDZOpRRY_L7PqQqddTkov8KTzvnpPzqHUfWW_N7KPaG3SqNJ/s320/juntos.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5519331510439140130" /></a><br /><div><br /></div><div>Ese fue el día en que volvió Javier y en que yo retomé la idea de que era posible tener una familia.</div><div><br /></div><div>Le dimos tiempo al abrazo interminable, a su mano sobre la panza, a las miradas sostenidas y envueltas en lágrimas.</div><div>Sólo después del ritual del descubrimiento mutuo, pudimos hablar.</div><div>Y Javier entendió.</div><div>Y yo perdoné.</div><div>Y Javier perdonó.</div><div>Y yo entendí.</div><div><br /></div><div>Por unos días, el silencio de Manuel me hizo pensar que se había rendido, que había dejado de lado la disparatada invención de su cerebro enfermo. O que tal vez había recobrado el sano juicio.</div><div><br /></div><div>Hasta que un domingo, cuando salíamos de casa para ir a almorzar, se apareció en la puerta.</div><div>Estaba demacrado, como si el dolor le hubiera dejado surcos en el rostro y hubiera encorvado su espalda. Tenía los ojos raros, inyectados un poco de desesperanza y otro poco de rabia.</div><div><br /></div><div>Se acercó a Javier y, sin que pudiera frenar su avance, le dijo:</div><div><br /></div><div>- ¡Cornudo! ¿Te da placer hacer beneficencia haciéndote cargo de un hijo que no es tuyo?</div><div><br /></div><div>- Pará, Manuel -interrumpí - No sabés lo que estás diciendo, estás enfermo.</div><div><br /></div><div>- Acá los únicos enfermos son ustedes que evaden la realidad. Ese hijo es mío, Miranda, no van a negarme la satisfacción de ser padre.</div><div><br /></div><div>- Mirá Manuel, Miranda me contó lo que te está pasando y permitime que sienta un poco de pena por vos - respondió Javier manteniendo la calma.</div><div><br /></div><div>- ¿Ah, si? - rió - ¿Ya te llenó la cabeza la zorra ésta? - dijo sonando tan irónico como pudo.</div><div><br /></div><div>- No te permito que le hables así a mi mujer. Andate o llamo a la policia.</div><div><br /></div><div>- Soy abogado, ¿te olvidás? - dijo sin inmutarse.</div><div><br /></div><div>- No me importa qué sos o qué dejás de ser. Esta es nuestra casa, ella es mi mujer y vos no tenés lugar acá.</div><div><br /></div><div>- Andate, Manuel, haceme el favor - agregué - Cuando estés más calmado me llamás y hablamos.</div><div><br /></div><div>Esas parecieron ser las palabras mágicas que devolvieron el rictus normal de Manuel y que lo hacía ver parecido al que alguna vez conocí.</div><div>La ilusión de una posible charla conmigo, la remota chance de que yo lo escuchara, tejía en su cabeza una red en la que podía descansar y olvidarse, por un momento, de aquello que lo había llevado hasta nuestra puerta.</div><div><br /></div><div>- Te llamo entonces. Mañana te llamo, ¿si? -dijo</div><div>-Dale, llamame.</div><div><br /></div><div>Y se alejó hasta su auto y se fue manejando.</div><div><br /></div><div>Javier me miró. Sólo me miró.</div><div>Me había entendido y ya no dudaba de mi.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Sentí tranquilidad.</div><div>Sentí que a pesar de Manuel y de lo que pudiera venir no estaba sola.</div><div>Estábamos juntos para dar batalla.</div><div><br /></div>Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com24tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-34931488206124104172010-08-07T19:09:00.002-03:002010-08-07T19:28:51.726-03:00Hilvanando mi historia<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghqaa1XDlqf_SbImctYrzxS3roNooDB7cqh36EbtORejt0BdSfnv2z7P6Ozc_AUPDRAIPDiWhWPrImObOQY7W99weEQViOul0-Bi4Akz2N62u6ewCJJLm0MeNLHQQbtnn0F5rIk6ziN8nQ/s1600/aguja_e_hilo1.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 263px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghqaa1XDlqf_SbImctYrzxS3roNooDB7cqh36EbtORejt0BdSfnv2z7P6Ozc_AUPDRAIPDiWhWPrImObOQY7W99weEQViOul0-Bi4Akz2N62u6ewCJJLm0MeNLHQQbtnn0F5rIk6ziN8nQ/s320/aguja_e_hilo1.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5502794084821956642" /></a><br /><div><span class="Apple-style-span" style="color:#FF0000;">Luego de esta pausa voy a intentar retomar mi historia desde el punto en que la dejé.</span></div><div><span class="Apple-style-span" style="color:#FF0000;">Según mi terapeuta: "te va a hacer bien". </span></div><div><span class="Apple-style-span" style="color:#FF0000;">Veamos si es cierto.</span></div><div><span class="Apple-style-span" style="color:#FF0000;"><br /></span></div><div><span class="Apple-style-span" style="color:#FFFFFF;"><br /></span></div><div><span class="Apple-style-span" style="color:#FFFFFF;"><br /></span></div><div>Manuel estaba convencido de que el hijo que yo esperaba era suyo. No tenía pruebas, ni certezas, tan sólo la propia convicción que reinaba en su mente enferma.</div><div>No contento con mi huida de la clínica, después de dejarlo masticando mi nombre en la puerta, retomó el contacto por teléfono.</div><div>Llegó a llamar durante tres horas seguidas, y cuando digo seguidas me refiero a sin interrupción.</div><div>Finalmente, a las diez de la noche de un día que ya no recuerdo si era jueves o martes, lo atendí.</div><div><br /></div><div>- Ay, mi amor - dijo con sensación de alivio - soy tan feliz de escucharte.</div><div><br /></div><div>Hice silencio. No pensaba hablarle.</div><div><br /></div><div>- Mirandita, vamos a tener un hijo. ¿Hasta cuándo pensabas ocultármelo?</div><div><br /></div><div>Callé, tragué saliva y continué callada.</div><div><br /></div><div>- Hablame, amor, ya no tenés que estar enojada conmigo. Ahora vamos a ser la familia que siempre debimos ser. ¡Viste que la vida siempre se ocupa de terminar lo que nosotros dejamos a medio hacer!</div><div><br /></div><div>Y ahí hablé por primera vez, dispuesta a terminar con ese circo que se inventaba Manuel.</div><div><br /></div><div>- No hay nada a medio hacer salvo el divorcio. Este hijo que espero es de Javier y con él tengo lo que yo llamo familia.</div><div><br /></div><div>Cuando escuché que volvía a tejer una frase, le corté-.</div><div><br /></div><div>Supe que había algo mal en mi discurso. Yo no tenía con Javier una familia. Tan sólo la intención de que lo fuera.</div><div>La proximidad de Manuel servía para obligarme a achicar distancias con lo único sano que había encontrado en mi vida. Su aparición, era el instrumento que me permitía contrastar el yin y el yan, los polos opuestos, el bien y el mal.</div><div><br /></div><div>Tomé el celular y escribí, cobardemente.</div><div><br /></div><div>- Javi, volvé.</div><div><br /></div><div>Antes de la medianoche pude escuchar la llave en la cerradura.</div><div><br /></div>Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com25tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-75016056340080132432010-07-13T12:38:00.007-03:002010-07-13T12:51:55.900-03:00Tragedia y dolor<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFF2_7Rxzs-QtMWo__5g3DfHYsURLz_odAUuMUt3qtZk4Gf7h-sM3q2Okhkjve76WCDz69aEUDlHoOENCeh1MCrGnoqiFWnTl5MTo9W7N0HIpulJfhyY8zti4V9u2Fx9VeSqyhu5PQIyLM/s1600/muerte.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5493415931864713378" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 238px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFF2_7Rxzs-QtMWo__5g3DfHYsURLz_odAUuMUt3qtZk4Gf7h-sM3q2Okhkjve76WCDz69aEUDlHoOENCeh1MCrGnoqiFWnTl5MTo9W7N0HIpulJfhyY8zti4V9u2Fx9VeSqyhu5PQIyLM/s320/muerte.jpg" border="0" /></a><br />Este post es en tiempo real. No porque quiera, sino porque no me queda opción. A ustedes que siguieron una gran parte de mi vida en este espacio, les debo respeto.<br /><br />Vuelvo a dar una señal, aunque sin ganas de nada. Sin fuerzas, presa del desánimo y del espanto...<br /><br /><br />Intentaré, en los posteos siguientes, contarles como fue que llegamos a este instante. Mientras tanto, sólo seré capaz de contarles que mi ausencia se debió a la muerte de Manuel.<br />Fue una muerte drástica, aunque en el fondo intuída por mi sexto sentido y por los años compartidos que me habían permitido conocerlo.<br /><br />Manuel se suicidó hace apenas cuatro domingos, después una sucesión de hechos inevitables que terminaron con su ilusión de ser el padre de mi hija.<br /><br />Mi beba, Mía, es lo único que me mantiene conectada al mundo, que imprime una cuota de razón a todo esto y que me regala un poco de oxígeno como para seguir en pie.<br /><br />Esto es todo lo que puedo vomitar hoy en este espacio.<br />La culpa no me permite encontrar la forma de retomar la historia en el punto en que la dejé.<br />De sólo pensar que deberé atravesar los acontecimientos que llevaron a Manuel a tomar la decisión de quitarse la vida, me llena de un dolor inexplicablemente grande.<br /><br />Espero sepan entender.<br />No pido nada más.Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com46tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-12872241296535871882010-04-11T23:35:00.004-03:002010-04-11T23:54:33.559-03:00El principio del fin<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhxxeOcracbd7ByTzdIPhLEQ_dXSR1QwWv7QAuhQt9MrmW16YtIInCehWyEG3mnK9vJ8DMnXsF0_qddufYlbQIPxejFvfY6M5JhC2iMw6VHWr3gk9yCz-sluVn4e12RliBODtW9TVBSqaOL/s1600/ah.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 240px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhxxeOcracbd7ByTzdIPhLEQ_dXSR1QwWv7QAuhQt9MrmW16YtIInCehWyEG3mnK9vJ8DMnXsF0_qddufYlbQIPxejFvfY6M5JhC2iMw6VHWr3gk9yCz-sluVn4e12RliBODtW9TVBSqaOL/s320/ah.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5459075511825256306" /></a><br /><div><br /></div><div>El tiempo que siguió fue un túnel negro en el que no alcanzaba a distinguir ninguna salida posible.</div><div>Es difícil rebobinar las escenas y hacerme inmune al dolor cuando las veo pasar, una a una, sobre la pantalla de mi mente.</div><div><br /></div><div>Manuel se volvió una sombra, una prolongación de mi existir.</div><div>Tuve que cambiar de teléfono dos veces y siempre se las ingeniaba para conseguir el nuevo número. Finalmente, opté por llevarlo apagado, pero al encenderlo, un mínimo de doce mensajes de voz y otro tanto de texto, aparecían en el visor del aparato.</div><div>Di de baja a mi antiguo mail para no tener que seguir leyendo sus cartas, algunas veces en forma de declaración de amor y otras en lenguaje de amenaza.</div><div>La única alternativa que logró devolverme un poco de paz fue la de quedarme en casa, aislada del mundo en el que existía Manuel.</div><div><br /></div><div>Tres semanas después, un día domingo, Javier volvió.</div><div>Lloró como un chico abrazado a mi pierna, pidiéndome perdón hasta quedarse sin aliento.</div><div>No había ira ni bronca alguna que pudieran no flaquear ante semejante manifestación de amor.</div><div>No pude no perdonarlo.</div><div><br /></div><div>Con él me animé a salir otra vez a la calle y a retomar poco a poco mi vida.</div><div>La panza crecía, la ilusión de que Manuel se hubiera evaporado también.</div><div><br /></div><div>Pero la vida ya me tenía acostumbrada a que no podía elegir del menú todas las cosas que me hacían bien.</div><div>Si algo estaba en orden, el resto en cualquier momento podía derrumbarse.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Y así fue, dos meses después, mi vida estaría sepultada bajo los escombros. </div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div>Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com44tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-54785874698219573552010-04-04T02:00:00.002-03:002010-04-04T02:32:57.983-03:00Primera Ecografía<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhC7Wwr7lPKvprthrJi9a9_TSiBQsuCoayk6qIdFxhyUp7tq40P26lbL0be5wDNx0fbrMir7tOiyhCdWx656GYIOLBfOStSSoMg7FG2w1xNp0SukxrdOlpWOw9ea3CYoTEaEmVkyabU3Qt7/s1600/ecografia.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 254px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhC7Wwr7lPKvprthrJi9a9_TSiBQsuCoayk6qIdFxhyUp7tq40P26lbL0be5wDNx0fbrMir7tOiyhCdWx656GYIOLBfOStSSoMg7FG2w1xNp0SukxrdOlpWOw9ea3CYoTEaEmVkyabU3Qt7/s320/ecografia.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5456143856754674162" /></a><br /><div>A mi primera ecografía fui acompañada por Clara.</div><div>Javier había intentado pedirme perdón pero yo no había sido capaz de atender sus llamados o responder sus mensajes. El ruido de la puerta al cerrarse se había convertido en un eco que se agigantaba con el correr de los días. Mi amor mutaba a rabia, a bronca y no podía perdonarlo.</div><div>La única que siempre estaba, sin hacer mayores preguntas, era Clara.</div><div><br /></div><div>Lamenté que el mal momento que atravesaba me impidiera disfrutar de ese acontecimiento como siempre había soñado. Pero la ausencia de Javier era, de pronto, una enorme presencia. Una nube gris sobre mi cabeza. Un pedacito de mí que se había ido.</div><div><br /></div><div>Entramos a la clínica y atravesamos el pasillo para tomar el ascensor que llevaba al segundo piso.</div><div>Una vez ahí, nos anunciamos en la recepción. Nos indicaron que siguiéramos caminando hasta el fondo y que allí dobláramos hacia la derecha.</div><div>En medio del recorrido, sentí que Clara me apretaba el puño con fuerza, como si tratara de advertirme sobre algo. En el mismo instante, oí una voz que pronunciaba mi nombre.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>- Miranda, qué sorpresa.¿Qué hacés acá?</div><div><br /></div><div>- ¿Vos qué hacés acá? - respondí, pálida, como si me encontrara en presencia de un fantasma.</div><div><br /></div><div>Enseguida identifiqué un yeso en la pierna izquierda de Manuel y supuse cual sería su respuesta.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>- Una fractura- dijo - ¿Vos?</div><div><br /></div><div>- Se intoxicó - mintió Clara. </div><div><br /></div><div>- Espero que no haya sido culpa mía - río - Fue un chiste de mal gusto, lo sé.</div><div><br /></div><div>- Fiel al resto de tu persona - atiné a decir- Siempre tan desagradable. </div><div><br /></div><div>Empecé a caminar. A mi lado, Clara balbuceaba insultos. Al llegar al final del pasillo, doblamos tal como la recepcionista nos había indicado.</div><div><br /></div><div>Por suerte no había nadie, así que apenas dos minutos después el médico nos hizo ingresar.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>La sensación de ver a mi bebé por primera vez fue suficiente para hacer desaparecer de mi mente a los Javieres, Octavios y Manueles. Nada había más importante que esa pequeña personita a quien no conocía pero amaba.</div><div>Por unos quince minutos fui feliz. Completamente feliz.</div><div>Me sentí viva, radiante. Nueva.</div><div>Clara lloraba sin parar y trataba de disimularlo para no contagiarme. Yo hubiera querido llorar pero la emoción era tanta que llorar hubiera sido poco.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Al salir, Manuel estaba esperándome, sentado en los sillones de la recepción. Yo seguí de largo como si él no existiera.</div><div><br /></div><div>- Miranda - dijo - esperame, quiero decirte algo.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>No me detuve, ni lo miré siquiera. Manuel insistió.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>-Miranda, escuchame - volvió a decir mientras se levantaba y caminaba detrás nuestro arrastrando su pierna enyesada.</div><div><br /></div><div>- No quiere hablarte- le respondió Clara - ¿no entendés?</div><div><br /></div><div><br /></div><div>- ¡Miranda! - gritó fuerte.</div><div><br /></div><div>Me detuve como si ese grito fuera la señal de algo peor que estaba por venir.</div><div><br /></div><div>- Me mentiste. Viniste hacerte una ecografía porque estás embarazada. Y yo sé que ese hijo es nuestro - dijo.</div><div><br /></div><div>- Estás enfermo - le respondí antes de seguir caminando hacia el ascensor.</div><div><br /></div><div>- Voy a ser padre, Miranda. Vamos a ser una familia otra vez - dijo</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div>Y sentí miedo.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div>Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com20tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-29509296111073955572010-03-14T09:51:00.002-03:002010-03-14T10:23:05.721-03:00Dulce espera<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTU_54e4_bls17sMxHe-Ny33wllhrPbzjGonEwEV23SaPIYRGtUiE_qlwTwFxFb7IX6n-j97MbVo9nRm8cg3WOV-OL_AOng_Ng3fzTYxF_H4zMFbtvdfHQ02G0JYQYFeKt6X75fS3Eo34m/s1600-h/dulce+espera1.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 213px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTU_54e4_bls17sMxHe-Ny33wllhrPbzjGonEwEV23SaPIYRGtUiE_qlwTwFxFb7IX6n-j97MbVo9nRm8cg3WOV-OL_AOng_Ng3fzTYxF_H4zMFbtvdfHQ02G0JYQYFeKt6X75fS3Eo34m/s320/dulce+espera1.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5448472836988248498" /></a><br /><div><br /></div><div>Ya en Buenos Aires fuimos tomando consciencia de que íbamos a ser padres. </div><div>No era algo que pudiera estudiarse o contagiarse de aquellos que ya lo eran, así que atravesamos el propio aprendizaje, con los miedos e inseguridades lógicas que la noticia nos generaba.</div><div><br /></div><div>Al poco tiempo nos mudamos a un ph viejo, con tres habitaciones y un patio bastante grande.</div><div>Todos los días, al regreso del trabajo, nos dedicábamos a convertir esa vieja construcción en un hogar. Pintura, muebles, adornos, plantas... cada elección era meticulosamente analizada. El problema llegó al momento de definir la decoración del cuarto del bebé.</div><div>¿Rosa o celeste? ¿La pintamos de blanco y después vemos?¿ O mejor en un color neutro como el amarillito? Finalmente decidimos postergarla para cuando supiéramos el sexo de nuestro hijo, aunque mi sexto sentido me hubiera hecho acertar en el tono indicado...</div><div><br /></div><div>Todo era perfecto. O más que perfecto.</div><div>Hasta que una noche, mientras estrenábamos el sillón nuevo viendo una película de amor, Javier apoyó su mano en mi panza apenas prominente y me hizo una pregunta que aún suena en mis oídos.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>- Amor, ¿el hijo que esperamos es mío, no?</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Dejé la mirada fija en la pantalla del televisor por miedo a mirarlo a los ojos. Quise hacer de cuenta que no había escuchado nada, que la voz de Javier había sido una alucinación.</div><div>Pensé que ese momento iba a convertirse en esos recuerdos que uno no puede extirpar ni aunque quiera, que a partir de esa pregunta, de mi posterior silencio y de mi futura respuesta, algo iba a romperse para siempre y que la magia y la perfección de nuestra vida cotidiana se convertiría, inevitablemente, en una cosa emparchada.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>- ¿Tenés dudas? - pregunté con los ojos llenos de lágrimas - ¿De verdad dudás?</div><div><br /></div><div>- Ey, no es para que te pongas así. Creo que es una pregunta lógica que se hacen los hombres en estos momentos, ¿no?</div><div><br /></div><div>- No. Es una pregunta ilógica que te hacés vos.</div><div><br /></div><div>- Bueno...no sé...me agarró la duda por un momento y te pregunté. Está bien, supongamos que es mío, perdón, che.</div><div><br /></div><div>- ¿Supongamos? ¿Querés que supongamos que sos el padre? ¿Te conformás con suponer?</div><div><br /></div><div>- Es una forma de decir, Miranda - hizo una pausa- Te creo, listo.</div><div><br /></div><div>- No, no es "te creo" y listo, como si me dieras la razón como a los locos. Si no me creés, si no estás convencido, si tenés una mínima duda, andate. Yo no quiero estar al lado de mi idea de un hombre. Quiero estar al lado de un hombre de verdad. </div><div><br /></div><div>El silencio entre mis palabras y su reacción se me hizo eterno. Las lágrimas me caían en racimos y una sensación cada vez más grande de desilusión y enojo iba ramificándose por mis entrañas.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>- Está bien, va a ser mejor que me vaya a dar una vuelta.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>La vuelta se convirtió en un tiempo prolongado que jamás hubiera imaginado.</div><div>Y la dulce espera se transformó en una amarga sensación de soledad.</div>Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com25tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-48253767091463590472010-02-27T10:29:00.003-03:002010-02-27T11:03:43.010-03:00Construir<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3UWAwT1_a2znkMaZ1EkHNl-ih1enYlcaxj9LrIIGZomSJa6075ZHGN40j-X6SMkDlPPqVUpnqR4EnJp_yUkBZgC0fvBqGM4puHmkhqRjwlkOmAxJXueZGy4wDRvEoF46sE8JnjpFhPSRY/s1600-h/construir.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 234px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3UWAwT1_a2znkMaZ1EkHNl-ih1enYlcaxj9LrIIGZomSJa6075ZHGN40j-X6SMkDlPPqVUpnqR4EnJp_yUkBZgC0fvBqGM4puHmkhqRjwlkOmAxJXueZGy4wDRvEoF46sE8JnjpFhPSRY/s320/construir.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5442917025443351746" /></a><br /><div><br /></div><div>La vida de casados era mejor que la de solteros. La convivencia con "título" nos tenía felices noche y día y parecía atraer cosas positivas a nuestras vidas.</div><div>Javier comenzó a tener más propuestas laborales y yo pocas pero con exclusividad para ciertas marcas lo que nos garantizaba una seguridad económica como para proyectar el futuro sin sobresaltos.</div><div><br /></div><div>Lo mejor sucedió cuando a Javier le llegó una propuesta para radicarse en Buenos Aires. La tentación de aceptar y regresar a nuestros afectos nos hizo evaluar los pros y contras hasta altas horas de la madrugada. Todo indicaba que era la decisión correcta, salvo por mis contratos a los que debería renunciar.</div><div><br /></div><div>Me puse en campaña para intentar lograr una oferta con alguna marca internacional que estuviera también en la Argentina. Me moví hasta lograr una segunda entrevista para una reconocida marca de cosméticos. Mientras tanto, Javier avanzaba con el proyecto que nos depositaría nuevamente en nuestra ciudad.</div><div><br /></div><div>Una semana después me confirmaron el trabajo. Era menos dinero pero representaba la posibilidad de iniciar mi carrera como modelo publicitaria en Argentina y nos volvía a regalar tranquilidad. Tuve que llenar papeles, adjuntar fotos y hacerme análisis. </div><div><br /></div><div>Dos días antes de que saliera nuestro vuelo con destino a Buenos Aires, me llamaron de la marca.</div><div><br /></div><div>- Hay un problema con sus análisis. Bueno - la persona del otro lado de la línea hizo una pausa- no es necesariamente un problema.</div><div><br /></div><div>- ¿Estoy enferma? - pregunté inquieta.</div><div><br /></div><div>- No, está embarazada. ¿Puedo felicitarla?</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Solté el teléfono y miré a Javier que estaba embalando algunos adornos del living. Mi mente se trasladó a ese jardín que había soñado aquella noche y pude recordar a esa nena que corría mariposas. Mi estómago trepó hasta mi garganta y el corazón me estalló en la palma de la mano.</div><div>Un hijo. Íbamos a tener un hijo.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>- Puede felicitarme, claro - dije con la voz entrecortada.</div><div><br /></div><div>- Perfecto, felicitaciones entonces. Esto no es un inconveniente para el trabajo, al menos no por ahora. Cuando llegue a Buenos Aires deberemos a acortar un poco el contrato, pero nada más. Buen viaje.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Corté y corrí a abrazar a Javier. Me miró extrañado, sin entender a que se debía mi alegría.</div><div><br /></div><div>- ¿Qué pasa, Mir? ¿Te aumentaron el sueldo sin empezar?</div><div><br /></div><div>- No, algo mejor.</div><div><br /></div><div>- Bueno, contame, no seas mala.</div><div><br /></div><div>- ¿La cuna la compramos en New York o esperamos a llegar a Buenos Aires? Vamos a ser papás- agregué.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>De ese momento solo recuerdo recuerdo las lágrimas de felicidad en los tiernos ojos de Javier.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><i><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">Pido disculpas por la demora en mis posteos, pero como imaginarán, mi vida cambió considerablemente este último tiempo. Espero que puedan entenderme y que sigan estando del otro lado como siempre.</span></i></div>Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com26tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-62648329219001224952010-02-15T00:01:00.003-03:002010-02-15T00:23:07.815-03:00Mi buena estrella<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLEaRAGumshJxmGiuqAUJMv6WgX0M1flos73FKfeniBWBAgYJ9QWhXymYpSjcgr5B3z0CNd9PuFDYNLqLOV145kBm3PPRyVALO4jlkMJrtcn9hnMhgh3scG2RrPpGt5GjeBp5K4eSVosZj/s1600-h/estrella_deseo.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 238px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLEaRAGumshJxmGiuqAUJMv6WgX0M1flos73FKfeniBWBAgYJ9QWhXymYpSjcgr5B3z0CNd9PuFDYNLqLOV145kBm3PPRyVALO4jlkMJrtcn9hnMhgh3scG2RrPpGt5GjeBp5K4eSVosZj/s320/estrella_deseo.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5438303965937107826" /></a><br />La luna de miel fue semejante a mi idea del paraíso.<div>Mar azul, desayunos inmensos debajo de un par de palmeras, camisola blanca, pies descalzos y nada más importante que hacer el amor en el resto del tiempo libre.</div><div><br /></div><div>¿Podía pedir algo más?</div><div>Sí, que durara.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Fue una semana de intensas emociones.</div><div>No estaba acostumbrada a sentirme libre aunque alguien estuviera las veinticuatro horas pendientes de mi presencia. Mucho menos a que yo misma pudiera extrañarlo cuando se alejaba cinco minutos para ir hasta la barra en busca de otro martini.</div><div><br /></div><div>El matrimonio nos quedaba bien. </div><div>Estábamos radiantes y de envidiable humor.</div><div><br /></div><div>De la cama a la playa, de la playa al restaurante y del restaurante a la cama.</div><div>Amor, sexo. Sexo y amor.</div><div><br /></div><div>¿Podía pedir algo más? Podía...</div><div>Pedí mi deseo a una estrella mientras cruzaba los dedos en secreto para que Javier no me viera.</div><div>Dicen que el problema de desear algo con intensidad es que a veces puede cumplirse.</div><div><br /></div><div>Eso fue lo que pasó en mi caso.</div><div>Pedí un deseo y mi buena estrella se ocupó de concederlo.</div>Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com18tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-16260304498540782962010-02-08T08:38:00.003-03:002010-02-08T09:17:20.477-03:00La ceremonia<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh87T_aZMKCE6VMVtQI5YUVfdmSutlbfkvArEbys-Uf8Y2Ip9YbQX-eOeWVinttwh4Gqv2TF8kqrUWziZ4fyhYiluxFXV7rS8N4LgoaB7YV01oCUIp47mlj3BmxQSJzVXbigiwl1S7J3ra8/s1600-h/playa.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 225px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh87T_aZMKCE6VMVtQI5YUVfdmSutlbfkvArEbys-Uf8Y2Ip9YbQX-eOeWVinttwh4Gqv2TF8kqrUWziZ4fyhYiluxFXV7rS8N4LgoaB7YV01oCUIp47mlj3BmxQSJzVXbigiwl1S7J3ra8/s320/playa.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5435838157411644290" /></a><br /><div>El camino al altar se me hizo interminable.Quería grabar en mi memoria cada imagen, cada pequeño detalle por más insignificante que fuera.</div><div>El sendero con flores sobre la arena, la sensación de mis tacos hundiéndose en la playa, la brisa con olor a mar acariciándome el pelo. Mis afectos, de pie frente al azul del paisaje, vestidos de blanco para respetar la consigna. El arco improvisando un altar sagrado, al menos para nosotros.</div><div>Y Javier. Hermoso, elegante, perfecto.</div><div><br /></div><div>Un violín sonó marcando el inicio de la ceremonia y me acerqué hasta mi amor siguiendo la música como en los cuentos de hadas. Javier fue todo sonrisa y brillo en sus pupilas. Podía haberse desvanecido el mundo en ese instante y desaparecer a mis pies. Nada me importaba más que la mano de Javier sosteniendo la mía frente a ese inmenso mar.</div><div><br /></div><div>El juez, que no era más que una persona que se ganaba la vida casando gente, pronunció unas palabras que se mezclaron con el sonido de las olas.</div><div>Clara leyó un poema, El Tano improvisó un deseo de felicidad eterna y el juez nos pidió las alianzas. Javier sacó de su bolsillo dos anillos y se los entregó antes de decirme:</div><div><br /></div><div>- Miranda, sé que si volviera a vivir mil veces, mil veces volvería a elegirte. Lo supe desde el día en que te ví, cuando sentí que mi corazón ya no era mío. Por eso quiero pedirte que seas mi mujer, ahora y siempre.</div><div><br /></div><div>El corazón me latía con tanta fuerza que pensé que iba a quedarme muda por el resto de mis días. Respiré hondo, contuve las lágrimas fruto de la emoción y dije:</div><div><br /></div><div>- Javier, tuve que dar vueltas y tropezarme varias veces en esta vida hasta encontrarte. Cuando lo hice, descubrí que todo lo que me había pasado cobraba sentido. Sos la mejor recompensa para mis horas de tristeza y el hombre que elijo para envejecer juntos.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div>Nos colocamos las alianzas y el juez pronunció las palabras esperadas: Los declaro marido y mujer.</div><div><br /></div><div>Sabíamos que esa frase carecía de valor frente al mundo, pero en nuestro interior, era todo lo que necesitábamos oír para sentirnos felices.</div><div><br /></div><div>Nos besamos con aplausos de fondo y recorrimos el camino frente a nuestra familia y amigos bajo un cielo cubierto de pétalos de rosa.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div>Fue un almuerzo tranquilo frente a la pileta del hotel. Dos hawainas bailaron para nosotros y nos regalaron los típicos collares que aún conservo de recuerdo. Bebimos, reímos, bailamos, brillamos.</div><div>La boda perfecta, la postal soñada, el hombre de mi vida.</div><div><br /></div><div>Al atardecer nos despedimos de todos escondiendo la emoción para no empañar la despedida y nos fuimos de luna de miel.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Cuando lo abracé a Javier, lejos de la mirada atenta de los invitados, entendí el significado de todo. Una sensación de paz me cubrió el alma. Todo lo que necesitaba para vivir estaba caminando a mi lado.</div><div><br /></div><div>Y me sentí feliz.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEircnf4PwDK96SXdR-24y1DHwEg7GxtiyffVxFubwZQMvdAxDmRgBfyYDyI_e_AF9kHqzoIRZdl5sSg_WAPxc5ESNTKlpWqnla5FqcAyVAOknpphMMk0xsAXb6oCT7rX70bb0qJXAlGMo_T/s1600-h/BODA+final.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 284px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEircnf4PwDK96SXdR-24y1DHwEg7GxtiyffVxFubwZQMvdAxDmRgBfyYDyI_e_AF9kHqzoIRZdl5sSg_WAPxc5ESNTKlpWqnla5FqcAyVAOknpphMMk0xsAXb6oCT7rX70bb0qJXAlGMo_T/s320/BODA+final.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5435838151606040578" /></a><br /><div style="text-align: center;"><span class="Apple-style-span" style="color:#0000EE;"><u><br /></u></span></div><br /></div></div>Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-48796086320473981022010-02-01T01:14:00.003-03:002010-02-01T01:59:07.809-03:00Blanca y radiante<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAEU1dv6SLMqQh5JE_fAed90XEFtLItkTSyuoAViSJDqFZwLE2rr1ECWWOKHGr7NWDD57bOiKCv13_GV9G7e9Ohto3iWs4rmEjAxvbzbcy0LweUHNrhX_wUfBEUct9sECu1yGoLBKPemyc/s1600-h/mir+playa.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 246px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAEU1dv6SLMqQh5JE_fAed90XEFtLItkTSyuoAViSJDqFZwLE2rr1ECWWOKHGr7NWDD57bOiKCv13_GV9G7e9Ohto3iWs4rmEjAxvbzbcy0LweUHNrhX_wUfBEUct9sECu1yGoLBKPemyc/s320/mir+playa.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5433124871733682674" /></a>Y llegó el día.<div>Ya instalados en el hotel, no había más que pensar que en la boda.</div><div>Octavio quedaba atrás. Manuel, a un costado.</div><div>Delante, Javier y la posibilidad de un nuevo comienzo, recortado del pasado y de las malas experiencias.</div><div>Volver a cero, al purgatorio después de haber puesto los pies en el infierno.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Yo ultimaba detalles con el personal del hotel mientras Javier se ocupaba de recibir a la familia y los amigos. Pocos, nada más que un grupo reducido de afectos entre los que estaba mi fiel amiga Clara.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Ella subió para ayudarme con el vestido y para controlar que la maquilladora no me produjera como para un musical, ni el estilista convirtiera mi pelo lacio en un adoquín lleno de spray.</div><div>Entre medio, hubo tiempo para los abrazos y los chimentos de su luna de miel.</div><div>Nuestra felicidad hubiera sido motivo de envidia para cualquiera que nos observara a través de la cerradura.</div><div><br /></div><div>La alegría se notaba en mis pupilas y en la comisura de mis labios. Me sentía adolescente en esa charla entre amigas y a la vez adulta cuando recuperaba la consciencia de saber dónde me encontraba.</div><div><br /></div><div>Era el día esperado, con la gente anhelada, con la pareja soñada.</div><div><br /></div><div>Clara subió el cierre de mi vestido y me acomodó por enésima vez las flores del tocado.</div><div>Me dio una pulsera nueva, un dije que ella había usado en su casamiento y una liga azul que cumplía con la tradición y me auguraba buena suerte.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Así, con mi solero claro, mis zapatos apenas caminados por la alfombra de un departamento en Nueva York y un amuleto improvisado por mi amiga del alma, salí al pasillo del hotel y empecé el largo recorrido hacia el altar.</div><div><br /></div><div>Blanca.</div><div>Y radiante.</div><div>Más que nunca.</div><div>No para siempre.</div>Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com20tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-76156939877450735992010-01-22T09:53:00.003-03:002010-01-22T10:44:11.854-03:00Los preparativos<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgASTf8JPBPmyqcuyYkr5TUwO3dadHYemNvZtCXgYBgUXSjXp01QgecjzWQXdTx_Qf3Y936ZvXMZ93gH118k44WOIOook68u-FlsXkp-WNMGcwe3EhgF3rIUGyEjYaeFDSwOrcNma0vJ41D/s1600-h/boda1.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 241px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgASTf8JPBPmyqcuyYkr5TUwO3dadHYemNvZtCXgYBgUXSjXp01QgecjzWQXdTx_Qf3Y936ZvXMZ93gH118k44WOIOook68u-FlsXkp-WNMGcwe3EhgF3rIUGyEjYaeFDSwOrcNma0vJ41D/s320/boda1.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5429550528624013906" /></a><br /><div>Fueron setenta y dos horas de intensos preparativos.</div><div>Ponernos en contacto con el hotel de Bahamas para que se ocupara de adaptar un espacio en la playa para la ceremonia, avisar a nuestras familias, elegir la ropa, los zapatos, pedir otra vez permiso en la agencia para ausentarnos una semana y coordinar hasta el más mínimo detalle.</div><div><br /></div><div>Nos quedábamos despiertos hasta que mediara la madrugada haciendo ajustes de último momento a nuestro manual de boda. Faltaba lo esencial:¿Quién iba a casarnos? Llamamos nuevamente al hotel en busca de una solución y la encontramos. Contaban con una empresa que proveía de jueces de paz para ceremonias no religiosas, justo lo que buscábamos.</div><div><br /></div><div>La mejor parte de los preparativos fue que Javier me confesara que Clara y El Tano iban a estar presentes en el casamiento. Él se había ocupado de interrumpirlos en su luna de miel para darles la noticia y, considerando lo cerca que estaban de Nassau, no habían dudado en confirmar su asistencia.</div><div><br /></div><div>Sólo faltaba la ropa. Elegir un vestido de novia para la boda de los sueños no es tarea fácil. Sobre todo,si la ceremonia no se realiza en un lugar tradicional. La playa me condicionaba a algo sencillo aunque me permitía jugar un poco con los accesorios. Después de un día entero de pensar y pensar, me decidí por un solero blanco, unas sandalias y un peinado semi recogido con flores.</div><div>Javier, en cambio, lo tuvo claro desde el primer momento: pantalón de lino en color arena y camisa blanca.</div><div><br /></div><div>Dos días antes comenzaron a llenarse nuestras casillas de e-mail al borde del colapso. Confirmaciones que llegaban desde el hotel y los amigos que enviaban buenos deseos e intenciones de que tuviéramos una vida feliz. </div><div><br /></div><div>Pero hubo un mail que no auguraba nada de eso. En su texto sólo se limitaba a cuestionarme sobre mi decisión y me acorralaba con preguntas del estilo:</div><div><br /></div><div>- ¿Estás segura que es el hombre de tu vida?</div><div>- ¿Estás dispuesta a pasar el resto de tus días con él?</div><div>- ¿No debería ser yo ese hombre que te acompañe en el altar?</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Respondí en voz baja cada pregunta y descubrí que no había un solo NO de mi parte.</div><div>Así que, antes de eliminar su mail de la bandeja de entrada,le respondí:</div><div><br /></div><div><i>Octavio: Gracias por tu mail.Sin quererlo me hiciste dar cuenta que la decisión de casarme con Javier es la más acertada que tomé en toda mi vida.</i></div><div><i>Ojalá que vos también logres ser feliz.</i></div><div><i>Miranda.</i></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div>Miré el vestido colgado en la puerta del placard, contemplé el cuerpo de Javier mientras salía de la ducha envuelto en una toalla, disfruté de su sonrisa al descubrir que yo lo miraba y me dejé caer en la cama con los brazos abiertos, extasiada de alegría.</div>Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com19tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-85449816767261921462010-01-04T15:57:00.005-03:002010-01-04T16:15:15.461-03:00Un sobre misterioso<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfDzvZDx3xsvnTJQHV6D2da23RDmNeUgOInXp48c2pjXF32e-rywI4nwyAmCjuUfxQj82D6hKzZa1OlSEI2GrwNlPbxCnVU1FcVAcXKT258AUXupIy5O8UB8SREMH_WiWEYNu7odM3aMbN/s1600-h/envelope.jpg"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; DISPLAY: block; HEIGHT: 214px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5422964875512957106" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfDzvZDx3xsvnTJQHV6D2da23RDmNeUgOInXp48c2pjXF32e-rywI4nwyAmCjuUfxQj82D6hKzZa1OlSEI2GrwNlPbxCnVU1FcVAcXKT258AUXupIy5O8UB8SREMH_WiWEYNu7odM3aMbN/s320/envelope.jpg" /></a><br /><div>Esa tarde Javier se ofreció a preparar la cena.<br />Yo ahogué la risa en la garganta al recordar su imagen escondiendo el anillo en el brownie y le respondí que me parecía una gran idea que él incursionara en el arte culinario...</div><br /><div></div><br /><div>Supuse que mi presencia en el departamento debía incomodarle, así que mentí al decirle que tenía algunas compras pendientes y salí sin rumbo fijo.<br />Caminé por más de tres horas.Recorrí el Central Park con paso lento y después bajé por una callecita hermosa, con negocios llenos de pequeñeces tan caras como inútiles, aunque de lo más bonitas.</div><br /><div></div><br /><div>La oscuridad de la noche me sorprendió en plena caminata y decidí regresar.<br />Estaba nerviosa aunque ya supiera los planes de Javier.<br />Estaba nerviosa aunque no fuera la primera vez que alguien fuera a proponerme casamiento.<br /><br /><br /><br />Abrí la puerta y vi la mesa bien dispuesta. Dos pequeñas velitas flotantes en un recipiente de vidrio, platos, cubiertos y hasta servilletas de tela en reemplazo de las habituales de papel.</div><br /><div>Desde la cocina, con un delantal negro atado a la cintura, Javier sonrió.<br /><br />- Nada mal, ¿no? - me dijo<br /><br />- Para nada - respondí - ¿Ya puedo tomar asiento?<br /><br />- Primero tiene que darle un beso al chef - agregó mientras se acercaba.<br /><br />- Con todo gusto - le dije antes de besarlo.<br /><br />- Ahora sí, puede tomar ubicación en la mesa.<br /><br /><br /></div><br /><div>Lo primero que noté al sentarme fue que un sobre misterioso me miraba desde el plato.<br /><br />- Amor, - pregunté- ¿qué es este sobre en mi plato?<br /><br />- No seas impaciente, ya vas a ver.<br /><br />- ¿Me escribiste una carta?<br /><br />- No precisamente - me contestó aumentando mi intriga.<br /><br /><br />Un pollo humeante rodeado de papas delicadamente cortadas apareció frente a mis ojos. Oí el ruido del corcho al abandonar la botella de vino tinto y me preparé para una noche inolvidable.<br /><br /><br />-Amor, si no saco el sobre del plato no voy a poder comer -dije<br /><br />- Apartalo por un rato, más tarde lo abrís.<br /><br /><br />Quería comer rápido para menguar la ansiedad que me provocaba tener que esperar hasta el final de la cena para conocer la sorpresa. La incertidumbre encerrada en ese trozo de papel alargado era muy distinta a la certeza de saber que de postre me esperaba un anillo.<br /><br />Por suerte, llegó el momento de la sobremesa.<br /><br /><br />- Estaba todo muy rico - dije - Gracias.<br /><br />- Fue un placer. - respondió sonriente - Y hay más. </div><br /><div><br /><br />Fue a la cocina para regresar dos minutos más tarde con el postre en una bandeja.</div><br /><div>Dos porciones de brownies cubiertos con crema y frutillas. </div><br /><div><br /><br />- Esta es la mejor parte -dijo<br /><br />- Claro, siempre el postre es la mejor parte de la cena - dije tratando de disimular que conoc{ia su plan.<br /><br />- Miranda - se puso serio al pronunciar mi nombre y yo contuve nuevamente mis ganas de reir - quiero que sepas que te amo y que quiero que estemos juntos para siempre.<br /><br />- Yo también te amo y quiero lo mismo - respondí<br /><br />- Ahora quiero que pruebes el postre y me digas si está rico - agregó.<br /><br /><br />Metí el tenedor en la crema y lo llevé a mi boca.<br /><br />- Está muy rico, amor - dije mientras separaba un nuevo bocado.<br /><br /><br />Hizo un silencio cuando me vio llegar a la mitad del postre. Pude sentir sus ojos a la espera de mi gesto de emoción.<br /><br /><br />- ¿ Y esto ? - pregunté como si me encontrara desorientada al sostener un anillo con mi tenedor.<br /><br />- Es la propuesta formal que acompaña mis palabras de amor - dijo<br /><br /><br />Me abalancé sobre él y lo llené de besos. La ternura con que Javier había planeado todo me sacaba el corazón de lugar.<br /><br /><br />- Esperá, te falta abrir el sobre -dijo interrumpiéndome.<br /><br />- No me olvido, ya lo abro - respondí.<br /><br /><br />Tomé el sobre blanco con las dos manos. Lo giré en busca de un sello o una marca,pero no había nada.<br /><br /><br />- Abrilo, dale - me apuró Javier.<br /><br /><br />Dos pasajes de avión descansaban en el interior.<br /><br /><br />- ¿Qué es esto? ¿ Nos vamos? - pregunté<br /><br />- Fijate bien, Mir.<br /><br /><br />Volví a mirar.<br />Los pasajes tenían fecha de salida dentro de una semana. ¿El destino? Bahamas.<br /><br /><br />-¿Vacaciones? - volví a preguntar.<br /><br />- Nuestra boda - respondió - tal como la soñé.<br /><br /><br /></div>Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com24tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-36465412652155331522009-12-27T16:09:00.004-03:002009-12-28T13:44:54.427-03:00Mi príncipe azul<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhx7K2nVJ3so3Qv6F95wwQObfxBEOVa6isVVzJz8_SMnYZf8nJDHdqoe-TekVELT2EhbANYh7QzYS5kXUri2iMCdlGioUUe6qWK_NAGmZmt2nlNc6bvvZ4f864WQKrxed00hJgvuHdKnq-r/s1600-h/prince.jpg"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; DISPLAY: block; HEIGHT: 227px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5419995727161781170" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhx7K2nVJ3so3Qv6F95wwQObfxBEOVa6isVVzJz8_SMnYZf8nJDHdqoe-TekVELT2EhbANYh7QzYS5kXUri2iMCdlGioUUe6qWK_NAGmZmt2nlNc6bvvZ4f864WQKrxed00hJgvuHdKnq-r/s320/prince.jpg" /></a><span style="font-family:Arial;font-size:85%;"><span style="FONT: medium 'Times New Roman'" class="Apple-style-span"><br /><div><span style="color:#000000;"><span style="font-family:georgia;"><span style="font-size:100%;"><span class="Apple-style-span"></span></span></span></span></div></span></span><br /><br /><br /><br />Nada es cien por ciento perfecto. Nunca.<br />El departamento ideal puede esconder humedad en el fondo del placard,<br />el vestido nuevo puede achicar al primer lavado y el trabajo que<br />parecía perfecto puede consumirnos el ánimo bajo las órdenes de un supervisor sin modales.<br /><br />Así pasó con los hombres de mi vida.<br />El que parecía haber sido tallado a mano para ajustarse al formato<br />de marido soñado, terminó por moldearse a la medida de mis pesadillas.<br />Aquel que corrió a mi rescate lo hizo montado sobre un caballo de madera y con la espada desafilada, se perdió en el bosque y se distrajo con la primera mujerzuela que se le cruzó.<br /><br />Hasta que llegó él.<br />No traía capa, ni galera.<br />No agitaba las riendas de un corcel adiestrado ni desplegaba promesas que no pudiera cumplir.<br />No se escondió ante mis desplantes y toleró mis caprichos con una sonrisa honesta.<br /><br />Mi príncipe azul no salió de un cuento ni me lo enviaron a domicilio en una caja mágica.<br />Era imperfecto, muchas veces predecible y otras tantas demasiado ingenuo.<br />Pero también divertido, fiel, tolerante, sensible y tierno, y cuando estaba con él volvía a creer que era posible amar desde las entrañas.<br /><br />Sobre todo cuando lo veía planear nuestra boda como quien planea el acontecimiento de su vida, con anotaciones de puño y letra en un cuaderno de tapas azules que tachaba y volvía a escribir según fueran cambiando sus ideas.<br /><br /><br />Y mucho más todavía cuando, desde la puerta que da a la cocina, lo vi ocultar el anillo de compromiso en un brownie de chocolate.Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com34tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-18565991764116037822009-12-23T14:40:00.004-03:002009-12-23T14:47:28.801-03:00Paréntesis festivo<div align="center"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpMUzzIfFp-kF_SJb4dSkAsAKX2U-KVWc3tcyrwVxC4_GWOej9Bbu-0cbgT6G8DM8pVjLtKCmmw0VGm-U4uHkiH6zgM7I0d3o5YAp7woFastg0L_PcI4mYX_1J3XnMYUsE2MLM8z3onLz2/s1600-h/miranda.jpg"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; DISPLAY: block; HEIGHT: 253px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5418488009378688818" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpMUzzIfFp-kF_SJb4dSkAsAKX2U-KVWc3tcyrwVxC4_GWOej9Bbu-0cbgT6G8DM8pVjLtKCmmw0VGm-U4uHkiH6zgM7I0d3o5YAp7woFastg0L_PcI4mYX_1J3XnMYUsE2MLM8z3onLz2/s320/miranda.jpg" /></a><br /><em><span style="color:#ff0000;">Vuelen detrás de lo que imaginan, sin límites ni miedos.</span></em></div><div align="center"><em><span style="color:#ff0000;">Todo lo que deseen puede volverse realidad.</span></em></div><div align="center"><em><span style="color:#ff0000;"></span></em> </div><br /><br />Brindo por un nuevo año de mutua compañía y porque la felicidad nos abrace y no nos suelte nunca.<br /><br />Gracias por estar del otro lado.<br /><br />Besos.<br /><br />Miranda.Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-25692299171749940832009-12-12T17:30:00.002-03:002009-12-12T18:01:31.081-03:00Feliz rutina<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6mwN99AgiAl7Hj-_K7F-g7lSaR8iVScm_7UUv64IzSCF3qoODHjH6luG-EALpJLMfnRl_WCrduFF1fERnPLPT3cnQowKYwko78YFF3RKX66dhcdELsHjodVYhjhIO4uNfvYn2UGcRLvh4/s1600-h/rutina2.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 240px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6mwN99AgiAl7Hj-_K7F-g7lSaR8iVScm_7UUv64IzSCF3qoODHjH6luG-EALpJLMfnRl_WCrduFF1fERnPLPT3cnQowKYwko78YFF3RKX66dhcdELsHjodVYhjhIO4uNfvYn2UGcRLvh4/s320/rutina2.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5414449963364997986" /></a><br /><div><br /></div><div>Hubo un rotundo sí de mi parte que llegó luego de una negociación.</div><div>Iba a haber ritual de boda, que podría devenir en casamiento real el día en que obtuviera el divorcio, pero antes tenía que prometerme que jamás volvería a desconfiar de mi palabra. Ni siquiera de mi silencio.</div><div><br /></div><div>Prometió sin dudarlo y un dejo de remordimiento al recordar a Octavio me arrugó el alma.</div><div>Una dosis de perdón hacia mi misma, seguida de una lista de justificativos, me permitieron hacer un bollito con la culpa y echarlo al tacho de basura.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div>- ¿Eso es un sí de verdad? Decime: Sí, quiero, como en las películas - se rió entusiasmado.</div><div><br /></div><div>- Sí, quiero, Javi. Obvio que quiero.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><div>La sonrisa de Javier llenó la habitación de luz y el corazón se le transparentó a través de la camisa. </div><div><br /></div></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div>Y así volvimos a la rutina de fotos, publicidades y campañas amenizadas por sesiones de amor y compras en el supermercado bien agarrados de la mano, marcando un límite invisible entre nuestro mundo y el ajeno.</div><div><br /></div><div>Nos mudamos a un planeta propio en el que brotaban sonrisas de las macetas y las ilusiones se hamacaban en el <i>tender</i>.</div><div>Desayunábamos en la cama, impregnados de proyectos soñados por las noches y dibujados a mano en servilletas de papel.</div><div><br /></div><div>Mi pequeño barco sin timón sentía que por primera vez se tomaba un descanso en las tranquilas aguas de la feliz rutina.</div><div><br /></div><div>Y una felicidad tan esperada sólo podía venir en tamaño <i>extra large</i>.</div>Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com29tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-42527804442772374642009-12-09T02:26:00.003-03:002009-12-09T02:50:23.247-03:00Una guerra de siete días<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0fj5Ks0IK0D0tI3HJUvEy4EVjQtaLLjlplNo6rsnlb0ewQRrZf96obaV2r_N1aEet6SAhH2kXVUBItluFMJpo3NsGDEe5q5HMcts8Fnale25NmDfsaifx9i7vl56aEIzqdgHrVyfYzD8B/s1600-h/Dias.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 212px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0fj5Ks0IK0D0tI3HJUvEy4EVjQtaLLjlplNo6rsnlb0ewQRrZf96obaV2r_N1aEet6SAhH2kXVUBItluFMJpo3NsGDEe5q5HMcts8Fnale25NmDfsaifx9i7vl56aEIzqdgHrVyfYzD8B/s320/Dias.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5413103820585882642" /></a><br /><div><br /></div><div>La semana trascurrió sin dirigirnos la palabra.</div><div>Minutos que agonizaron entre dos camas separadas, silencios que invadieron cada rincón de la casa.</div><div>Un aire denso, plagado de preguntas que nadie se atrevía a formular y una sonrisa impostada en señal de una aparente fortaleza que no existía.</div><div><br /></div><div>Con el paso del tiempo la inquietud se volvió grande. Yo estaba a la espera de que ocurriera algo que pusiera un punto final o un punto y aparte, pero que nos rescatara de esa cornisa en la que habíamos quedado suspendidos.</div><div><br /></div><div>El departamento se había convertido en nuestro campo de batalla. El que llegaba primero delimitaba el territorio subiendo el volumen de la radio o sintonizando un canal de televisión que el otro no se animaba a cambiar. Así, desprovisto de municiones, sólo quedaba la opción de encerrarse en el cuarto en carácter de perdedor.</div><div>Descubrí que lo que más le molestaba era que me adueñara del baño en el momento exacto en que él necesitaba usarlo. Lo escuchaba refunfuñar detrás de la puerta mientras yo leía, recostada sobre la pared azulejada, el final de Desayuno en Tiffanys.</div><div><br /></div><div>Cualquiera que hubiera presenciado nuestra cotidianeidad como mero espectador nos hubiera catalogado de inmaduros. Salvo, claro, que se quedara a contemplar el final.</div><div><br /></div><div>La guerra duró una semana.</div><div>El sábado, Javier asomó la banderita blanca detrás de su coraza. La hizo flamear bien alto para asegurarse de que lo viera.</div><div>Cuando llegué, el living estaba en penumbras, apenas iluminado por la luz de las velas.</div><div>No fue fácil distinguirlo en la oscuridad. Hasta que lo vi sosteniendo tres rosas blancas con los ojos brillantes y una sonrisa etérea.</div><div><br /></div><div>- Fui un idiota en desconfiar. Casate conmigo, por favor. No me importa dónde ni cómo, pero casate. Perdoname...</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Eso fue todo lo que dijo.</div><div>Lo necesario, lo imprescindible, lo justo para que yo confirmara que con él no me había equivocado.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div>Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com36tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-28891148599151561862009-12-05T15:36:00.006-03:002009-12-05T17:59:29.919-03:00Mudanza<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFRmX8uH0HGPQYFNb2p-TdZRwSo_3KhgMEvVa-Ci5ldwPVotRCXIFi0QPiYBUfan2b5bGdWMvBL0_GEO-f3caz4fjGL65qHM_kVQ8L394Lx5v3TdjisflXvB-7lbX7beMLZvG8jvKwuHGS/s1600-h/cama"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 260px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFRmX8uH0HGPQYFNb2p-TdZRwSo_3KhgMEvVa-Ci5ldwPVotRCXIFi0QPiYBUfan2b5bGdWMvBL0_GEO-f3caz4fjGL65qHM_kVQ8L394Lx5v3TdjisflXvB-7lbX7beMLZvG8jvKwuHGS/s320/cama" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5411827687288842962" /></a><br /><div><br /></div><div>Bajamos del avión sin hablar y así llegamos al departamento. Por primera vez sentí que era una intrusa en los mismos ambientes de los que me había sentido un poco dueña.</div><div><br /></div><div>Desarmamos las valijas en medio de un incómodo silencio que sólo fue interrumpido por el sonido del teléfono que ninguno se dignó a atender.</div><div>Cuando ya no tuvimos más remeras que doblar a la mitad, ni pantalones que colgar con esmero en cada percha, cuando no quedaban más bolsillos que revisar, ni papeles inservibles para tirar, inventamos algo nuevo para hacer por separado.</div><div><br /></div><div>Yo cociné todo lo que había en el <i>freezer</i> para volverlo a <i>freezar</i>.</div><div>Javier acomodó su billetera en el bolsillo trasero del jean, agarró su campera negra y salió, sin decir una palabra.</div><div><br /></div><div>Aproveché el tiempo a solas para bañarme. Juro que hubiera querido remojar las penas y colgarlas al sol con dos o tres broches.</div><div>Enjuagué los recuerdos de Buenos Aires y los vi escurrirse por el desagüe envueltos en espuma.</div><div>Encendí un cigarrillo, traté de poner mi mente en blanco, pero no pude. Javier se sentaba en mis pupilas y me miraba desde ahí con ojos de desconfianza y el seño fruncido.</div><div>Sin duda estaba enojado por mi supuesta mentira pero yo lo estaba aún más. Odiaba que desconfiara de mí y que me impusiera un castigo por callar aquello que me dolía recordar.</div><div>El tiempo que habíamos pasado juntos, mi caudal de secretos vomitados frente a cientos de cafés, la desnudez de mi alma en cada charla, debían ser suficientes para evitarme el banquillo de lo acusados.</div><div><br /></div><div>Hice círculos con el pie dentro del agua inventando un remolino que me arrastrara hacia la orilla del entendimiento, pero no había nada que entender. Javier me había decepcionado.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>El olor a alcohol entró al departamento antes que Javier. Lo escuché tropezarse con la mesa ratona y pregonar insultos con la lengua resbalando en <i>cognac</i>. Volvió a maldecir cuando descubrió que no quedaba una sola botella de vino en la alacena.</div><div>Pensé un momento en esa notoria diferencia entre nosotros. Él ahogado en alcohol hasta perder la consciencia, yo en un baño de inmersión hasta arrugarme las huellas.</div><div><br /></div><div>Supongo que se acordó de mi presencia cuando mastiqué rabia y se me escapó un sonido en señal de fastidio.</div><div>Aseguraría que me miró porque pude sentir sus ojos en la nuca y adivinar su gesto de descontento.</div><div><br /></div><div>Se arrastró hacia la cama de dos plazas y dejó caer el peso de su cuerpo vestido.</div><div>Yo, en el sillón, formé con las sábanas una muralla imaginaria que separara mi territorio del suyo.</div><div><br /></div><div><br /></div>Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com37tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-7072375553920915742009-12-03T13:54:00.003-03:002009-12-03T14:26:53.140-03:00Nueva soledad<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkt1O9z0qDzA48ktajGcK0rWQg6wxv9KMkvOZqvF3URyaVBBPMzhBP2B0fOvB5ljof4cVkRzFCHpo3SNWu3xk8ZtCr8b3JPdpA23v7lV9qpmkz_uaN0I6MGpymlmMSpmOqrG5b2YzkMFG4/s1600-h/sola.jpg"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 266px; DISPLAY: block; HEIGHT: 320px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5411055502476908770" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkt1O9z0qDzA48ktajGcK0rWQg6wxv9KMkvOZqvF3URyaVBBPMzhBP2B0fOvB5ljof4cVkRzFCHpo3SNWu3xk8ZtCr8b3JPdpA23v7lV9qpmkz_uaN0I6MGpymlmMSpmOqrG5b2YzkMFG4/s320/sola.jpg" /></a><br /><div> </div><div>Bajé la mirada, muerta de vergüenza. </div><div><br />Un espacio de diez centímetros separaba mi ridícula culpa de su dedo acusador. Me sentí una niña otra vez, regañada por haber escondido las pantuflas del abuelo o por haber comido una docena de caramelos justo antes de la cena.</div><div>Levanté la cabeza, despacio,como si esperara el grito que suena a bofetada y que hace eco en la mandíbula.</div><div> </div><div><br />- ¿Cómo podés preguntarme eso? - dije entre lágrimas.</div><div> </div><div><br />- Es que estoy seguro de que me estás mintiendo, si no hay más que verte para darse cuenta. ¿No ves cómo te ponés? No me quieras engañar a mí, justo a mí... más vale que me cuentes las verdad - dijo.</div><div> </div><div><br />- Es que mi verdad no es la misma que vos estás empecinado en escuchar. Cualquier cosa que diga en este momento va a sonarte a mentira y lo único que voy a lograr, si abro la boca, es que te enrosques cada vez más con tu propio argumento.</div><div> </div><div><br />- ¿Entonces no me vas a decir qué fue lo que pasó anoche? </div><div> </div><div><br />- No, si vos ya tenés todas las respuestas. ¿O acaso no desconfías de mí porque pensás que me acosté con él? ¿Me equivoco? Decime - agregué ahogando cada palabra en una lágrima nueva.</div><div> </div><div><br />- ¡Miranda, te exijo que me digas si te acostaste con Manuel!</div><div> </div><div><br />- Y yo te exijo que me des la posibilidad de borrar tu desconfianza porque una vez que se instale entre nosotros se va a quedar ahí para siempre tejiendo una trampa mortal de la que nos va a ser muy difícil salir ilesos.</div><div> </div><div> </div><div><br />Se quedó quieto, enmudecido. Sólo se oía el ruido de su mente desmenuzando cada palabra que yo había dicho.</div><div>Un golpe en la puerta nos obligó a desviar la atención hacia alguien que no fuésemos nosotros.</div><div> </div><div><br />- Ocupado - dijo Javier </div><div> </div><div><br />- Tenemos que salir - le dije en voz baja.</div><div> </div><div> </div><div><br />Esperamos a que los pasos del pasajero se alejaran de la puerta para regresar a nuestro asiento.</div><div>Una vez sentados, abracé a mi almohada y me ovillé hacia el lado de la ventanilla.</div><div> </div><div><br />No pude conciliar el sueño con facilidad y, mucho menos, soñar con árboles y mariposas.</div><div>A duras penas encontré una somnolencia vulnerable a cualquier mínimo sonido. La respiración de Javier bastaba para devolverme a la vigilia y a esa sensación incómoda de cuando uno descubre que algo se rompió y que, por más que vuelva a pegarse, jamás será lo mismo.</div>Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com21tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-58375071401257262922009-11-28T14:02:00.003-03:002009-11-28T14:59:28.183-03:00Volar<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgOQB2bwYuAE6SPXU1VOk0QRtpeOYfbc6IncMavYodIkKPN8xomuQNIuLGlaWMDnVcSdu2aguIlXGNXuvWKzX-PKMz8OEHI0AaHhq_OMAjVjoJPgkfQnxiKs62E9wbkL09mBO1YfGYt4TRV/s1600/asiento.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 240px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgOQB2bwYuAE6SPXU1VOk0QRtpeOYfbc6IncMavYodIkKPN8xomuQNIuLGlaWMDnVcSdu2aguIlXGNXuvWKzX-PKMz8OEHI0AaHhq_OMAjVjoJPgkfQnxiKs62E9wbkL09mBO1YfGYt4TRV/s320/asiento.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5409202681823201922" /></a><br /><div><br /></div><div>Recliné el asiento del avión lo más que pude y estiré las piernas por debajo del asiento de adelante. Ubiqué la pequeña almohada sobre la ventanilla y apoyé mi cabeza. Llamé al sueño, único remedio pasajero para el olvido.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>De pronto estaba caminando por un paisaje lleno de flores. Mi pelo negro me rozaba la cintura y se enredaba con el viento que arrastraba mariposas en pleno vuelo. Un intenso aroma a jazmines se colaba por mi nariz y me impregnaba la piel. A lo lejos, un enorme árbol color rosa se recortaba del resto de la escena. Pude distinguir dos siluetas, borrosas, difusas. Me acerqué, pisando flores blancas y amarillas. Reconocí la imagen de Javier, recostado bajo el árbol junto a una niña rubia como el sol que intentaba atrapar mariposas. De sus bocas entreabiertas brotaron risas y pétalos azules que cubrieron mi cuerpo desnudo.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>- ¿Dormís? - me preguntó Javier al oído.</div><div><br /></div><div>- Soñaba - le respondí - Uno de los sueños más lindos que recuerdo haber tenido en mucho tiempo.</div><div><br /></div><div>Javier sonrió como si pudiera imaginar el paisaje que yo había visto.</div><div><br /></div><div>- La gente duerme, creo que debo ser el único que está despierto - agregó.</div><div><br /></div><div>- Ajá - contesté sin entender para qué me había despertado.</div><div><br /></div><div>- ¿Vos te animás a cumplir mi fantasía? - me preguntó con ojos pícaros.</div><div><br /></div><div>- ¿ Cuál ? - pregunté como si desconociera la respuesta.</div><div><br /></div><div>- La del baño del avión, Mir.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div>Como adolescentes en plena travesura, nos ingeniamos para encontrar el momento en que nadie nos viera. </div><div>El espacio era demasiado pequeño pero nos regalaba la comodidad de estar juntos. Cada movimiento, por pequeño que fuera, nos obligaba a un roce involuntario entre nuestros cuerpos.</div><div>Me besó con ansias, llenó de pasión, aferrándose a mi cuello. Acarició mi escote, se deslizó por mi cintura y más tarde recorrió mi espalda con sus manos.</div><div>Sentí el calor de sus dedos sobre mi ombligo y el movimiento del botón atravesando el ojal de mi pantalón. El casi imperceptible sonido del cierre me estremeció, paralizando mis gestos. </div><div>La imagen de Manuel reaparecía en <i>flashes </i>sobre mis pupilas<i>.</i></div><div>Me detuve. Lo detuve.</div><div>Agaché mi cabeza, impulsada por el peso del recuerdo y la tristeza. </div><div><br /></div><div><br /></div><div>- ¿Qué pasa, amor? - me preguntó Javier tomando mi cara entre sus manos.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Un par de lágrimas surcaban mis mejillas y rodaban sin destino.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Hubo un silencio, una quietud extraña capaz de anteceder a un huracán.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>- No me contaste todo, ¿no? - preguntó con enojo - ¡¿Qué te hizo ese hijo de puta?!</div><div><br /></div><div>- ...</div><div><br /></div><div>- ¡Contestame! ¿Me mentiste? ¿Te acostaste con él?</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div>No pude responder. </div><div>El mutismo de mi voz fue una dolorosa duda que se adueñó del corazón de Javier.</div>Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com34tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-35555702507227177942009-11-25T10:21:00.004-03:002009-11-25T11:04:31.448-03:00Consuelo<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiv24WEIQ7mB3A71G2FFwfUkPhohzdwiolcgfL78wZ0F0_FAeHYvJ7vIrHQJcBqInGcRSXyKn-mEiDXAE5j43y8WZ7PxeOCeNwzZ-SgVjOqzD03qTfOixHHw8bNTHeZsLpjp19JHAbBnYXr/s1600/angel.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 233px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiv24WEIQ7mB3A71G2FFwfUkPhohzdwiolcgfL78wZ0F0_FAeHYvJ7vIrHQJcBqInGcRSXyKn-mEiDXAE5j43y8WZ7PxeOCeNwzZ-SgVjOqzD03qTfOixHHw8bNTHeZsLpjp19JHAbBnYXr/s320/angel.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5408032522302064834" /></a><br /><div><br /></div><div>La primera vez que pude contarle lo que había sucedido en el encuentro con Manuel fue mientras terminábamos de armar el equipaje.</div><div>Le hice señas a Javier para que dejara lo que estaba haciendo y se sentara a mi lado en el sillón.</div><div><br /></div><div>Encendí un cigarrillo y, entre pitada y pitada, fui relatando la noche pasada con la intención de desecharla de mi mente una vez que Javier estuviera al tanto de todo. Quería ubicarla en el casillero del olvido, en un lugar apartado de lo cotidiano, desde el que no me pudiera dañar.</div><div><br /></div><div>Escuchó con atención evitando interrumpirme.</div><div>Sólo habló para llenar el silencio que dejaba mi punto final.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>- ¡Pero este tipo está loco! Hay que denunciarlo, es un hijo de puta - dijo mientras la rabia desfiguraba el contorno de sus labios.</div><div><br /></div><div>- Lo sé, pero no es lo indicado. Manuel es un gran abogado, tiene demasiados contactos, mucha influencia en su ambiente y siempre, pero siempre, saldríamos perdiendo.</div><div><br /></div><div>- No, Miranda, esto no puede quedar así. O voy y lo mato o hacemos la denuncia como corresponde. Yo no puedo permitir que te haga esto...o que haya querido hacerte algo peor, o que piense hacerte daño más adelante. ¡Si está enfermo que lo internen, carajo! - comenzó a caminar en círculos mientras hablaba - Algo tenemos que hacer. Algo tengo que hacer.</div><div><br /></div><div>- Amor, ya está. Tenemos que aprender a convivir con esto. Tomemos ese avión y volvamos a pensar en nuestra vida juntos, lejos de él.</div><div><br /></div><div>- Pero algún día vamos a querer volver, Miranda, ¿no te das cuenta? ¿Y si esto sigue?</div><div><br /></div><div>- Javi, vení, sentate. Yo sólo necesito que vos me entiendas y me apoyes. No quiero vivir más atada al fantasma de Manuel. Hace tiempo que convivo con ese temor y no lo quiero más. Necesito empezar a pensar en mí, más allá de que él quiera impedírmelo. Esa es la única forma en que yo siento que gano la batalla: si puedo ser feliz.</div><div><br /></div><div>Esas cuatro palabras quedaron dando vueltas en la habitación provocando un cambio de reacción en Javier.</div><div>Me abrazó y me pidió disculpas.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>- Perdoname, fui egoísta. Sólo estaba pensando en sacarme a ese tipo de encima para no tener que convivir en un futuro con su presencia. Tenés razón, sólo tengo que pensar en lo que a vos te haga bien porque eso es lo que me importa.</div><div><br /></div><div>- Gracias - fue todo lo que pude decirle.</div><div><br /></div><div>- Terminemos de armar las valijas, no quiero que perdamos ese avión que es el pasaje a nuestra vida normal.</div><div><br /></div><div>- Eso quiero, una vida normal.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Pura ilusión.</div><div>En mi interior sabía que Manuel jamás me dejaría tener lo que cualquiera consideraría una vida normal.</div><div>Por más que por un tiempo me rodeara una aparente calma.</div><div><br /></div><div><br /></div>Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com13tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-6364118917414613422009-11-23T00:23:00.005-03:002009-11-23T01:05:32.531-03:00El después ( Lullaby)<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_7W2BT7_UTAxE0ey1qXVmndmnL6DGbeb9rQNc8zrxP4wH2EwL8eHf_fMTA2OddyiOsqbu1qd8-LLTyBiA-jHOQH1Wp2P-YTvhEXzfgh8Mx-zpwvt6ktx3uGgbdWuklgMBOluAqnOdUp-S/s1600/miranda1.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 214px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_7W2BT7_UTAxE0ey1qXVmndmnL6DGbeb9rQNc8zrxP4wH2EwL8eHf_fMTA2OddyiOsqbu1qd8-LLTyBiA-jHOQH1Wp2P-YTvhEXzfgh8Mx-zpwvt6ktx3uGgbdWuklgMBOluAqnOdUp-S/s320/miranda1.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5407135109506065122" /></a><br /><div>Bajé del auto con mi ropa impregnada de impotencia. Los vestigios de un encuentro violento se rebobinaban una y otra vez en mi mente como una vieja película en blanco y negro que, de tan gastada, se deterioraba justo en el final dejándome sin saber qué le ocurría a la protagonista.</div><div><br /></div><div>De pie en esa esquina volví a respirar mi libertad.</div><div>Rostros desdibujados por la madrugada y una ciudad que apenas amanecía fueron testigos del nacimiento de mi angustia. Un sentimiento nuevo me recorría el cuerpo. Una mezcla de odio y miedo por lo que Manuel planeara en un futuro para perjudicarme, se anudaban en mi garganta.</div><div>Recobré un poco de paz cuando hice espacio en mi cabeza para que el recuerdo de Javier pudiera colarse. Tenía que llamarlo.</div><div><br /></div><div>- ¿Dónde estás? - dijo apenas atendió - Estoy manejando como un loco sin saber adonde voy.</div><div><br /></div><div>- Estoy en el mismo lugar en que me dejaste - dije.</div><div><br /></div><div>- ¿Estás bien? ¿Te hizo algo?</div><div><br /></div><div>- Estoy mejor ahora que te escucho. Vení a buscarme.</div><div><br /></div><div>- Voy para allá, esperame en la estación de servicio que llego en veinte minutos, quizás antes.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Caminé dos cuadras como una sombra hasta llegar a la estación de servicio. Le pedí un café a una empleada muy amable que me hizo reconocer mi incapacidad de sonreír. No tenía ganas, ni fuerzas. Sentía el alma estrujada como un trapo mojado antes de ser colgado al sol. Me dolían la piel, la voz y la memoria.Me asustaban el ahora y el después.</div><div><br /></div><div>El tiempo de espera se alargó hasta el infinito. Veinte minutos que parecieron semanas, frente a un pocillo de café como única compañía.</div><div><br /></div><div>- Amor, vamos - me dijo Javier rodeando mi cuerpo con sus brazos.</div><div><br /></div><div>Dimos algunos pasos hasta el auto. Juntos, pegados.</div><div>Cuando me senté a su lado quise hablarle pero no pude. Sólo apoyé mi cabeza sobre su hombro mientras él manejaba en absoluto y discreto silencio.</div><div><br /></div><div>Pude sentir su mirada curiosa todo el tiempo y su mano acariciándome con suavidad el pelo.</div><div>El calor de su presencia que me era tan familiar, el olor de su piel, su respiración.</div><div>Mi mejor canción de cuna...</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div>- Javi, con vos siento que estoy otra vez en casa - fue lo único que pude decirle.</div><div><br /></div><div><br /></div>Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com25tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-78404308489930087542009-11-13T19:57:00.002-03:002009-11-17T10:57:33.269-03:00La condena<div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgg4jG37eTzMnfC62SsyGr4GB_anxim85R-15EMoLxWVryeQFQmyWAwi75qtwwFL5YOpF7CMbR4sTNH1svJ7TuGMaJ8KxmDc93Ma_hiQ1tEh6lGpIlXkqEhS_xORduW97GatMvNtDHkLxO2/s1600-h/condena.jpg"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; DISPLAY: block; HEIGHT: 319px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5403728956031923858" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgg4jG37eTzMnfC62SsyGr4GB_anxim85R-15EMoLxWVryeQFQmyWAwi75qtwwFL5YOpF7CMbR4sTNH1svJ7TuGMaJ8KxmDc93Ma_hiQ1tEh6lGpIlXkqEhS_xORduW97GatMvNtDHkLxO2/s320/condena.jpg" /></a> </div><br /><div>Traté de explicarle que su manera de comportarse lo ubicaba en la vereda del abuso. Le dije que esa no era la forma de demostrarme su amor sino de robarme lo que de otra forma no podía conseguir.</div><div>Le hablé tratando de que entendiera, mientras intentaba separarme de su cuerpo que parecía no querer alejarse ni un milímetro de mí.</div><br /><div> </div><br /><div>Sentí sus manos tibias deslizándose por mi contorno, colándose por cada espacio de piel. Me llenó de palabras de un amor rabioso y desquiciado que yo desconocía y que sólo lograban causarme nauseas y ganas de salir corriendo de ahí.</div><div><br /></div><div>De espaldas a Manuel y con la pared como único refugio, pude oír el cierre de su pantalón deslizándose.</div><div>Cerré los ojos con impotencia al mismo tiempo que grité con toda la fuerza de mis pulmones y lo maldije de todas las formas posibles. Él sólo repetía que me iba a gustar, que sería como recuperar la pasión postergada por aquél tiempo...</div><div><br /></div><div>Desde mi cartera, un sonido intermitente detuvo los movimientos de Manuel, como si el timbre estridente de mi celular lo hubiera devuelto por un momento a la realidad.</div><div><br /></div><div>- ¿Es tu teléfono? - me preguntó</div><div><br /></div><div>- Sí - contesté respirando nuevamente.</div><div><br /></div><div>- No atiendas.</div><div><br /></div><div>- Si no atiendo Javier se va a preocupar y va a salir a buscarme.</div><div><br /></div><div>Manuel no tenía porqué saber que Javier no tendría la menor idea de por dónde comenzar a rastrearme y que desconocía la existencia de la casa de fin de semana. Mis palabras sonaron convincentes y por primera vez sentí que se alejaba de mi cuerpo.</div><div><br /></div><div>- A ver, atendé, pero rápido.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Corrí a la cartera en busca del teléfono rogando que no dejara de sonar en el tiempo que me demorara en alcanzarlo.</div><div>Escuchar la voz de Javier fue como estar de regreso en nuestra cama, sintiéndome protegida y amada.</div><div><br /></div><div>Lloré cuando me preguntó si todo estaba bien. "Vení a buscarme, pedile a mi mamá la dirección de la casa de fin de semana. Manuel se volvió loco", le dije entre sollozos. "Vení, por favor", alcancé a decirle antes de que Manuel me sacara el teléfono.</div><div><br /></div><div>- Ay, Miranda, qué ganas de complicar las cosas- dijo mientras se acomodaba los pantalones - Ahora nos vamos a tener que ir. ¿Ves?, vos solita te buscás las cosas. Estás empecinada en dilatar nuestro encuentro y ya te dije que estamos destinados a estar juntos. Me vas a obligar a hacer cosas que no quiero.</div><div><br /></div><div>- ¡Basta! ¡Te volviste loco! Lo de esta noche te convirtió en el ser más despreciable de este mundo. ¡Te detesto, me das asco!¡Asco!¡Asco! - le grité mirándolo a los ojos.</div><div><br /></div><div>Fue apagando las pocas luces que había encendido al llegar y acomodando el vaso y la botella de whisky en su lugar. </div><div><br /></div><div>- Vamos, dale - me dijo.</div><div><br /></div><div>Tomé mi cartera y me alisé la pollera con ambas manos. Dos segundos más tarde estaba en la puerta, lista para salir.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div>No hablamos en todo el viaje. Tampoco hubo música. Todo era silencio y una plegaria en mi interior que rogaba que se mantuviera lúcido para manejar y que el efecto del alcohol no nos impidiera llegar a destino.</div><div><br /></div><div>Cuarenta minutos después Manuel detenía el auto en la esquina en que me había levantado.</div><div>Abrí la puerta, dispuesta a salir del auto en una fracción de segundo pero me detuvo por el brazo.</div><div><br /></div><div>- Andá, pero no pienses que esta va a ser la última vez que nos vamos a ver. Desde este instante empiezo a pensar la forma conservarte para siempre a mi lado.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Esa fue su sentencia.</div><div>Y mi condena.</div><div><br /></div><br /><div></div>Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com35tag:blogger.com,1999:blog-9157252230101385201.post-292979966945313822009-11-09T09:34:00.002-03:002009-11-09T10:08:35.146-03:00Acosada<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4Dv3GZGznYDOGpcoUQ2ABRtfeOMDI8WrVFg7rBcvu-aV2rPSFHSznCUiFg9aXh2ZgxbTpQFISJDwGJjgF8YiWK5FkmGH8uht26a9D3jrdnna4nhUibt6HEJsE164TquoQTTB4NlmtxTze/s1600-h/venda+de+los+ojos.PNG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 278px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4Dv3GZGznYDOGpcoUQ2ABRtfeOMDI8WrVFg7rBcvu-aV2rPSFHSznCUiFg9aXh2ZgxbTpQFISJDwGJjgF8YiWK5FkmGH8uht26a9D3jrdnna4nhUibt6HEJsE164TquoQTTB4NlmtxTze/s320/venda+de+los+ojos.PNG" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5402081585418873698" /></a><br /><div>Se sirvió el tercer vaso de whisky mientras repetía como un autómata "nada de divorcio".</div><div><br /></div><div>Me incorporé del sillón de un solo movimiento y me acerqué hasta donde él estaba.</div><div><br /></div><div>- ¿Qué decís? - le pregunté - Quiero el divorcio, ¿no entendés? Ya no te amo, no hay nada más entre nosotros. ¿Me escuchás?</div><div><br /></div><div>- Epa, sí que te escucho, pero la que no entiende sos vos.</div><div><br /></div><div>- ¿Qué es lo que pretendés que entienda?</div><div><br /></div><div>- Que no pienso separarme de vos, ni hoy ni nunca. Así que va a ser más fácil que te saques de la cabeza esa idea ridícula - contestó.</div><div><br /></div><div>- Mirá Manuel...</div><div><br /></div><div>- Shh - me interrumpió - basta. Este es nuestro momento, disfrutemos - dijo.</div><div><br /></div><div>- ¿Disfrutar? No hay nada para disfrutar, Manuel, sólo quiero que entres en razón.</div><div><br /></div><div>- Bailemos, dale, como cuando éramos novios - dijo mientras colocaba un cd en el equipo.</div><div><br /></div><div>- ¡Te volviste loco, Manuel! - lleve mis manos a la cara y me refregué los ojos sin entender lo que pasaba.</div><div><br /></div><div>Manuel se acercó a mi lado e intentó tomarme de la mano para invitarme a bailar. Me solté y volví a sentarme en el sillón pero se sentó conmigo, demasiado cerca.</div><div><br /></div><div>- Amor, basta de este juego - dijo - Volvamos a ser los de siempre, yo te amo.</div><div><br /></div><div>- Ay, Manuel, por favor - se me llenaron los ojos de lágrimas ante la impotencia que me provocaba su parte más irracional - No quiero saber nada con vos. Te quiero lejos, ¿entendés? Le-jos - enfaticé.</div><div><br /></div><div>Extendió su mano y me acarició los hombros sin importarle lo que le decía, como si un muro inmenso lo separara de la realidad de mi discurso y habitara en un mundo en el que sólo era válida su verdad.</div><div>Volví a levantarme para escapar de su incómodo roce. Él se levantó detrás de mí y se acercó otra vez sin soltar el vaso de whisky que volvió a recargar antes de decirme:</div><div><br /></div><div>- Siempre vas a ser mía, eso está escrito.</div><div><br /></div><div>Me pregunté en que parte de su cabeza estaría escrito que yo era de su propiedad. En qué espacio de su mente enferma la obsesión no lo dejaba razonar como un ser normal.</div><div><br /></div><div>- Me quiero ir, llevame - dije mientras giraba para tomar mi cartera.</div><div><br /></div><div>No me escuchó. O no le importó lo que decía. </div><div>Se acercó por la espalda y me tomó de la cintura. El olor a alcohol me envolvió hasta darme nauseas. </div><div>Sentí su boca junto a mi cuello y un balbuceo que repetía un te amo resbaladizo y pegajoso.</div><div>Intenté despegarlo de mi cuerpo pero su metro noventa me lo impedía. </div><div>Me empujó de un solo paso hacia la pared del living hasta sentir el frío de la pared junto a mis mejillas. Una mano me rozó las caderas hasta encontrar el final de mi pollera. Sentí entonces su piel recorriendo la desnudez de mis nalgas hasta llegar a mi intimidad.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div>Creo que grité.</div><div>Creo que mordí la mano que me acariciaba la cara.</div><div>Creo que lloré desde las entrañas sin saber si estaba despierta o presa de la peor pesadilla.</div><div><br /></div><div><br /></div>Mirandahttp://www.blogger.com/profile/17305434667014080623noreply@blogger.com35