Lo miré con mis ojos cargados de ira para después girar mi cabeza hacia Beatríz y decirle:
- Eso, soy la mejor amiga de Clara.
Me disculpé porque sonaba mi celular y me alejé unos metros de la mesa para poder atender. Era Javier.
- Hola, bonita. ¿Cómo la estás pasando?
- Genial, ni te imaginás - lo dije con ironía aunque Javier jamás lo interpretó de esa forma.
- Ay, qué suerte. No paré de pensar en vos y en como estaría saliendo todo. ¿Cómo está Clara?
- Divina, aunque creo que voy a matarla - dije espontáneamente.
- ¿Por? ¿No te dejó que te sacaras la primera foto con ella? - preguntó.
- Algo así - forcé una risa - Era chiste. ¿Vos cómo estás?
- Bien, la producción salió perfecta. Mañana ya regreso a New York, así que ya la próxima vez que te llame voy a estar acostado en nuestra cama, extrañándote más que ahora, pensando en que no veo la hora de abrazarte otra vez.
- Ya falta poco, amor.
- No te noto muy efusiva. ¿Pasa algo?- preguntó.
- No, tal vez sea el efecto del alcohol.
- ¿Tomaste mucho?
- Demasiado si tengo en cuenta que la fiesta aún no empezó y que no probé bocado.
- ¡Mir, controlate! No sea cosa que arruines la fiesta.
- No, no, quedate tranquilo. (la fiesta ya está arruinada, pensé)
- Bueno, cielo, me tengo que ir a la cena de cierre. Hablamos mañana, divertite mucho y besos a Clara. Te quiero.
- Yo también- dije fríamente - Cuidate.
Apenas corté, me ubiqué en el asiento que me correspondía. Al lado de Lucía y justo frente a Octavio y compañía.
El aire se cortaba con el filo de un cuchillo y, a excepción de Beatríz, nadie emitía sonido.
"Oti", ¿viste que lindas las flores del centro de mesa?, "Oti", abrazame que tengo frío, "Oti", servime un poquito más de agua.
Oti, Oti, Oti... El eco de su vocecita aguda en mis oídos me invitaban a fantasear con la idea de clavarle el taco aguja del zapato de Lucía en medio de los ojos o de tomarla de la nuca y aplastar su cabeza en medio del salmón ahumado que habían servido de entrada.
Metí dos bocados de pescado en mi boca y al menos un cuarto litro de vino.
Cuando trajeron el plato principal, mi estómago ya se había empalagado de "Otis", "Bichis" y "Cuchi Cuchis", impidiendo que pinchara aunque sea una papa a la crema.
El único anzuelo para permanecer sentada en esa mesa y soportar el franeleo constante de la rubia insípida era conservar mi copa siempre llena. El mozo ya había optado por mantenerse a mis espaldas para no tener que correr ante cada uno de mis llamados.
Me di cuenta que me había excedido con el alcohol cuando quise ir a hablarle a Clara y caminé hasta la mesa principal flameando como un barrilete entre el resto de los comensales.
- Clara, ¿por qué mierda lo sentaste a Octavio en mi mesa? - dije deslizando las palabras con menor velocidad que la usual.
- No, negra, no fue mi culpa - dijo angustiada - A último momento cancelaron Oscar y la mujer porque parece que a ella la operan de urgencia mañana y la gente del salón los reacomodó. Le dije al Tano que hiciera algo, pero empezamos a discutir, porque él es su amigo, ¿viste? y bueno, no daba tampoco que nos casáramos peleados. ¿Entendés?
- Si, si... -balbuceé - Okey.
Me alejé sin dejar que Clara terminara de completar lo que estaba diciendo.
Vi como los mozos se movían en círculos, al igual que el resto de los invitados. Todo giraba en mi cabeza. Mi cabeza era la que giraba.
Me senté nuevamente en mi lugar y sin razonar ni un segundo, escupí lo siguiente:
- ¿Y? ¿Qué tal el embarazo, nena? ¿Ya le pediste a "Oti" que se case con vos o pensás ser una madre soltera?
Sentí el pie de Lucía golpeándome a la altura del tobillo y noté que Gerardo centraba su mirada en el plato de comida.
Después, el movimiento incómodo de Octavio en la silla y los ojos desorbitados de Beatríz que parecía estar a punto de llorar.
Y de golpe, me convertí en la bruja más sexy y más borracha de la fiesta...